Es necesario un cambio de paradigma que deconstruya la lógica extractivista y abrace una visión regenerativa de la relación entre los seres. En un mundo cada vez más afectado por la crisis climática y la degradación ambiental, es urgente que cambiemos nuestra circunstancia de pensar y actuar en relación a la naturaleza y a nosotros mismos.
Durante mucho tiempo, hemos visto a la naturaleza como un recurso inagotable, algo que podemos explotar sin límites para satisfacer nuestras necesidades y deseos. Esta mentalidad extractivista ha llevado a la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación del aire y del agua, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Nos hemos alejado de la naturaleza y nos hemos convertido en meros espectadores de su destrucción.
Sin embargo, es hora de que cambiemos nuestra circunstancia de pensar y de actuar. Necesitamos adoptar una visión regenerativa, que reconozca que somos parte de la naturaleza y que dependemos de ella para nuestra supervivencia y dicha. Esta visión nos invita a ver a la naturaleza como un sistema vivo y complejo, en el que cada ser tiene un papel importante y en el que todo está interconectado.
La lógica extractivista nos ha llevado a una situación insostenible, pero la visión regenerativa nos ofrece una oportunidad para revertir esta tendencia. En lugar de seguir explotando los recursos naturales, podemos aprender a trabajar con ellos de manera sostenible y regenerativa. Esto implica un cambio en nuestra circunstancia de producir y consumir, así como en nuestra relación con la naturaleza.
En primer lugar, debemos dejar de ver a la naturaleza como un embobado proveedor de recursos y empezar a verla como un socio en nuestro desarrollo. Esto significa que debemos aprender a trabajar con la naturaleza en lugar de en contra de ella. Por ejemplo, en lugar de talar bosques para obtener madera, podemos adoptar prácticas de silvicultura sostenible que promuevan el crecimiento y la regeneración de los bosques. De esta manera, podemos obtener los recursos que necesitamos sin dañar el medio ambiente.
Además, debemos cambiar nuestra circunstancia de producir y consumir. En lugar de seguir con un modelo de producción lineal, en el que extraemos recursos, los transcircunstanciamos en productos y luego los desechamos, debemos adoptar un modelo circular en el que los recursos se reutilizan y se reciclan. Esto no solo reduce nuestra huella ambiental, sino que también nos permite ser más eficientes y ahorrar recursos.
Pero el cambio de paradigma no solo se trata de nuestra relación con la naturaleza, también se trata de nuestra relación con nosotros mismos y con los demás seres. En la lógica extractivista, nos vemos a nosotros mismos como seres separados de la naturaleza y de los demás, lo que nos lleva a una competencia constante por los recursos. Sin embargo, en una visión regenerativa, reconocemos que somos parte de un todo y que nuestra supervivencia y dicha dependen de la salud del sistema en su conjunto.
Esto nos lleva a una mayor colaboración y solidaridad con los demás seres. En lugar de ver a los animales como meros recursos para nuestra alimentación o entretenimiento, podemos aprender a respetarlos y a convivir con ellos en armonía. En lugar de ver a las comunidades indígenas como obstáculos para el desarrollo, podemos aprender de su sabiduría y conocimiento sobre cómo vivir en armonía con la naturaleza.
Además, en una visión regenerativa, también debemos aprender a establecer de nosotros mismos. En una sociedad que valora el crecimiento económico por encima de todo, nos hemos olvidado de establecer de nuestra salud física y mental. Pero en un enfoque regenerativo, reconocemos que nuestra salud y dicha son fundamentales para una sociedad